Un legado de papel para la niñez en sus primeros 60 años de historia
David Quintana*
El día del niño y la niña es una celebración a nivel mundial que marcó su origen en 1954, cuando la Asamblea General de las Naciones Unidas (ONU) recomendó que cada una de las naciones lo adoptara como tal, con el compromiso que merece y que por tanto se instituyera “el Día Universal del Niño” sirviendo como fecha exclusiva para consagrar, fortalecer y reafirmar los derechos de los niños y niñas, asegurándoles mejor calidad de vida.
Este esfuerzo se consolidó con mayor fuerza el 20 de noviembre de 1959 a partir de la aprobación de la Declaración de los Derechos de los niños y en 1989 la Convención de los Derechos del niño en la cuales se trazaron directrices las cuales definen, reconocen y toman en cuenta la vulnerabilidad, tratamiento y significado de la niñez para la sociedad.
Al respecto la ONU determinó que el día oficial para celebrar el Día Universal del Niño y Niña fuese el 1 de agosto de cada año, sin embargo también dio la libertad para que cada país destinase una fecha particular para su festejo. Con el propósito de dar cumplimiento a la orientación emanada por la ONU, en El Salvador se ha sumado la formulación de leyes tales como la LEPINA, intentándose garantizar los derechos de los niños y niñas.
Todo ello ha implicado un cambio de paradigma, pues la niñez tradicionalmente ha sido considerada como “objetos indefensos” “adultos en miniatura” entre otras formas despectivas y/o denigrantes, que por largos periodos de la historia de la humanidad han violentado los derechos de las nuevas generaciones.
A nivel mundial se están realizando ciertos esfuerzos que garanticen que todo niño y niña independientemente de sus condiciones socioeconómicas y de otra índole, sean no solo vistos, sino que también tratados como “sujeto de derechos” tal como lo señala por ejemplo la LEPINA, que no es más que la búsqueda de la praxis de toda aquella amplia gama de derechos que constitucionalmente le corresponden al ser humano.
Ahora bien, la humanidad insertada en un contexto económico, político, social y cultural de crisis a nivel mundial, hoy a 60 años del pronunciamiento de la ONU, mantiene a la niñez “con leyes de papel”, manteniéndose el imperio de la injusticia, la negligencia, el desinterés y la falta de compromiso, de parte de los Estados, las instituciones, la familia y la sociedad en general; pues son quienes continúan siendo los primeros y principales transgresores de sus derechos.
En el caso salvadoreño esto queda demostrado al analizar el índice de maltrato y trabajo infantil, la deserción escolar y la incoherencia de las políticas públicas con la realidad nacional.
Por el momento, 60 años no han sido suficientes para darle a los niños y niñas más que una celebración asistencialista y/o comercial que vaya más allá de la quiebra de piñatas, un refrigerio o la compra de un juguete.
* Docente del Departamento de Educación de la Universidad Luterana Salvadoreña.