La democracia salvadoreña a la luz de los acontecimientos actuales

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Armando Briñis Zambrano*

La democracia ha sido una de las principales banderas ideológicas que el imperialismo y el capitalismo mundial, incluido el dependiente capitalismo salvadoreño, han enarbolado por siglos, apoyados hoy más que antes por el control que ejercen los oligopolios mediáticos de la desinformación. Junto a este concepto, los sectores hegemónicos, globalizados y transnacionalizados han integrado otros valores como libertad, independencia, patria, justicia y soberanía, con el objetivo de promover, exaltar e imponer su visión del mundo. Y cuando hablamos de imponer nos referimos a que lo han hecho y lo hacen por medios ideológicos o militares, incluso con la combinación de ambos.

En el caso salvadoreño los grandes medios comerciales han tratado, tratan y muchas veces han impuesto una imagen distorsionada del salvadoreño, sus valores e incluso sus aspiraciones. Ahora, también no es menos cierto que esos mismos conceptos, por supuesto que con contenidos opuestos y enfrentados, han sido históricas banderas de lucha de los sectores populares y los movimientos sociales.

Los partidos políticos representados en la Asamblea Legislativa, el poder judicial, la Presidencia de la República, Aliados por la Democracia, FUSADES, la ANEP, sindicatos, comunidades y organizaciones populares, organizaciones no gubernamentales, organismos nacionales e internacionales, otras entidades académicas, medios comerciales de noticias, medios de comunicación, entre otras expresiones, en la actual coyuntura política del país, mantienen posiciones contrarias y muchas veces antagónicas, utilizando los mismos principios y valores: la democracia, la supuesta independencia de los tres órganos de gobierno y el respeto (o irrespeto) a la Constitución.

Entonces hay que preguntarse ¿a qué democracia se refieren los poderes fácticos y cuál democracia demandan y exigen los sectores populares? La respuesta a esta interrogante es básica para aclarar supuestas coincidencias en el actual debate nacional, ya que puede parecer que en ocasiones se habla de lo mismo, pero la discusión conduce inevitablemente a escenarios y soluciones diferentes, elementalmente muy diferentes.

La democracia, la justicia y la libertad no son conceptos huecos o vacíos; son definiciones que deben interpretarse desde una perspectiva de clase, y de lucha de clases, porque cuando la oligarquía y la burguesía hablan de democracia y defienden la democracia, están defendiendo la democracia representativa burguesa. Los que de manera ingenua o casi siempre mal intencionados han expresado públicamente que se deben buscar soluciones a los conflictos del país pensando en el “bien común”, en el “bien de la nación” y en el despojo de toda ideología, manipulan estos conceptos a partir de intereses de clases, de intereses partidarios de las clases sociales en ellos representados, y son en los que han provocado la actual situación de cuasi caos institucional en el que navega el país.

Consideramos que hoy más que nunca se necesita poner sobre la mesa y con claridad, las posturas ideológicas de las fuerzas sociales y políticas que intervienen en el debate y en la dinámica social e institucional del país. A los problemas nacionales se les debe dar tratamiento desde una opción ideológica definida, que no necesariamente pasa por una posición partidaria y que debe conducir a una verdadera democracia participativa ¿Se trata de regresar al pasado para desempolvar la consigna de pobres contra ricos? Da la impresión que vamos hacia esa única salida, porque hoy las condiciones objetivas de pobreza, exclusión y marginalidad se han agudizado de manera acelerada, la brecha entre quienes tienen más y quienes tienen menos o nada, se ha ensanchado y continua ampliándose, sólo que ahora las y los pobres, tienen celulares, iPod, tablets y pueden acudir a modernos centros comerciales, aunque no compren nada o compren poco, o se endeuden en sus tarjetas de crédito, en una especie de nuevo espejismo surrealista, cargado del mensaje mediático de las “oportunidades para todos”.

Las empresas transnacionales y sus aliados locales no han renunciado a la explotación indiscriminada de la fuerza de trabajo; son los mismos intereses comerciales y financieros los que con su desenfrenada codicia y búsqueda de ganancia a toda costa, están generando peligrosos impactos sociales, culturales y ambientales que ponen en riesgo la vida de los y las salvadoreñas y la de las siguientes generaciones. No olvidemos que El  Salvador es líder de la triste categoría de los más desiguales y vulnerables a nivel planetario.

¿Qué ha cambiado estructuralmente que nos indique que la lucha de clases ya perdió vigencia? Nada, en realidad se ha agudizado, aunque se muestra de una manera particular, cuando los bloques partidarios en disputa, dicen haber renunciado y despreciado el aspecto ideológico de la lucha y en el juego de la democracia representativa burguesa, olvidan la lucha de clases. Esto nos puede explicar que el  PCN, GANA (histórico o nuevo instrumento de explotación-opresión) tengan como principal aliado a un partido que se dice de izquierda, el FMLN, en votaciones matutinas, vespertinas o nocturnas, consumen y aprueben leyes aplaudidas por el Imperialismo del norte y sus aliados de Europa Occidental.


La lucha por una verdadera democracia, por una democracia participativa y por esa opción preferencial por los pobres que señalara Monseñor Romero, debe ser la guía de los movimientos populares y sociales y es imperativo volver a los orígenes de la teoría de la lucha de clases; hoy más que nunca la historia y los marcos filosóficos e ideológicos que han dado sustentado y dado referencia a las reivindicaciones populares impulsadas desde hace más de 150 años, deben ser retomadas y concretadas en la lucha social.

Todo pasa por el amplio debate y por una renovación conceptual teórica, práctica y metodológica de la dinámica de la lucha social  y  popular. El hombre piensa como vive, no se puede estar viviendo en una gran casa, o tener varias residencias y poseer los grandes medios de transporte, o comprar manzanas de tierras y a la vez predicar y pretender que se lucha por una sociedad más justa, incluyente y democrática.
Un viejo luchador y teórico de la izquierda latinoamericana y mundial dijo una vez que solo se puede predicar con el ejemplo, a ese paradigma del ejemplo nos sumamos.

*Investigador y catedrático de la Universidad Luterana Salvadoreña

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