Problemas de la sociedad y gobierno salvadoreño.
Rubén Fúnez*
¿Podemos abrigar, al menos, un destello de esperanza de que con este gobierno se solucione, o al menos ponga en su dirección correcta, los penosos problemas por los que atraviesa la sociedad salvadoreña? Lamentablemente hay que decir que no.
Fidel Nieto, rector de la Universidad Luterana Salvadoreña, observaba en el contexto de la Cátedra de Realidad Nacional que organiza mensualmente dicha universidad, que si se analizaba el primer año de gobierno del señor Salvador Sánchez Cerén, no se miraba claro cuál podría ser el rumbo por el que pueda transitar en los siguientes años que le quedan de gobierno. Se trata de una observación escandalosa, sin embargo, lo más escandaloso es que los funcionarios actúan sin hacer caso a observaciones de esta envergadura. Entonces, si no se ve claro el rumbo, tampoco podemos pretender que puedan ir resolviendo nuestras agudas dificultades.
Pero hay al menos dos razones más que fundamentan nuestro pesimismo. Primera razón: con estos funcionarios se puede perfectamente aplicar la máxima neotestamentaria: estos son ciegos no porque no vean, sino que lo son porque aun mirando se niegan a ver.
Como consecuencia del entusiasmo que le generó un grupo de ciudadanos, el Ministro de Obras Públicas, Gerson Martínez, afirmó que este país cuenta con poderosos aparatos ideológicos, especialistas en crear mentiras; con ello se refería, al tratamiento hipertrofiado que se le está dando al fenómeno de la delincuencia y de la inseguridad. Quizá en otro momento hubiéramos podido estar fundamentalmente de acuerdo, con que los medios de difusión tratan de modo perverso determinadas noticias; pero actualmente nos resistimos a creer que se trata de una consideración honesta y verás de parte del funcionario.
La resistencia la generó recordar la reacción, por parte del gobierno, ante la medida cautelar de la Sala de Constitucional, respecto a los 900 millones de dólares que estaban solicitando. En síntesis, se acusaba a la Sala de entorpecer el trabajo que estaba haciendo para frenar la delincuencia. Es decir, si se trata de aprobar préstamos millonarios tenemos que reconocer la delincuencia, pero si se afirma que este gobierno no ha hecho nada, o ha hecho muy poco respecto a la delincuencia, entonces se está hipertrofiando la noticia.
Segunda razón: el mismo funcionario dijo que en una visita a China, aunque observara entre paréntesis que no estaba proponiendo el modelo chino para nuestro país, se dio cuenta de cómo esa economía había podido sacar a 650 millones chinos de la extrema pobreza. Uno de los visitantes se dio cuenta que estaba en presencia de las mismas empresas que hacían negocios en los países capitalistas e ingenuamente observó: pero esto es puro capitalismo. Frente a lo cual el anfitrión chino contestó: sí, pero hemos logrado sacar a toda esta gente de la miseria.
Queremos insistir en que no se trata de mala voluntad del funcionario salvadoreño, de lo que se trata es que no tienen claridad de cómo solucionar los terroríficos problemas por los que atravesamos. No es capaz de darse cuenta que precisamente por ser China la economía capitalista más grande de toda la historia de la humanidad, estamos a nivel mundial, en la situación que estamos. G. Standing (2013) afirma que “el crecimiento chino se ha visto impulsado por la inversión estatal … y por la inversión directa extranjera … Han atraído a millones de trabajadores a parques industriales apresuradamente construidos, alojándolos en bloques-dormitorio anejos, obligándolos a trabajar tan intensamente que la mayoría abandonan el puesto al cabo de tres años … La presión por los aumentos salariales ha crecido, pero son tan bajos que permanecerán durante mucho tiempo muy por debajo de los salarios de los países industrializados más ricos … China ha contribuido en diversas formas a la desigualdad global de ingresos” . El funcionario no entiende que quizá no es con “trabajo esclavo” con el que los salvadoreños van a poder vivir con dignidad y con seguridad.
Lo penoso de todo este asunto es que no se trata de un mal funcionario, de un funcionario sospechoso de enriquecerse con el dinero de la población, sino de un funcionario honesto que hace su trabajo y lo procura hacer con la mayor transparencia posible. Si esto ocurre con estos buenos funcionarios qué podrá ocurrir con aquellos que dicen públicamente: que tienen el derecho, como todo ciudadano de salir adelante con su familia.
Por todas estas razones, no creemos que este gobierno pueda solucionar los agudos problemas en los que estamos inmersos. Pero la solución no puede esperar. Alguna solución tendrá que haber. La pregunta es, de dónde puede provenir?
La solución creemos nosotros sólo podrá ser posible cuando se organice un gran movimiento social, que aglutinado en torno a sus problemas reales, sea capaz de exigir tanto al gobierno como a las empresas el cumplimiento de sus derechos fundamentales.
*Investigador y catedrático de la Universidad Luterana Salvadoreña.