La tecnología como factor generador de crisis en la economía capitalista
Carlos Molina Medrano
La tecnología en el funcionamiento de la economía capitalista
Para la economía capitalista la incorporación de la tecnología en la producción genera que el costo de los productos cada vez tiendan a un costo más marginal, tiendan a costo cero. Para acelerar la producción se incorpora nueva maquinaria que a su vez incorpora nueva tecnología. Detrás de dicha tecnología está lo que se conoce como el I+D+i que en los países desarrollados tienen un costo elevado.
La mano de obra barata ha sido siempre un aspecto clave para que los llamados países emergentes desarrollen sus economías en el marco del capitalismo, principalmente aquellas que gozan de poblaciones grandes. Esos países que apostaron por el desarrollo de una economía capitalista hacen crecer su PIB con mayor rapidez. Actualmente los ejemplos de esos países son China e India.
La tecnología en condiciones ideales garantiza una mayor productividad lo que en un primer momento dispara la tasa de ganancia. Eso obliga a los Estados de esos países a una mayor inversión en educación para la formación de sus propios científicos y no depender de los países centrales, de igual forma se necesitaran ejércitos de mano de obra calificada capaz de utilizar esas nuevas tecnologías. Con el tiempo la clase media crece y se vuelve la mayor consumidora, es cuando la economía funciona de maravillas. Por obvias razones mientras más grande sea esa clase media la economía crecerá y crecerá.
Así mismo, la innovación se va convirtiendo en un factor necesario en las economías capitalistas emergentes. Se necesita de no depender de la tecnología de los países centrales y es entonces cuando comienza la angustia por una mayor cantidad de inventos que pronto se convertirán en patentes. Dichas patentes son efectivas solo cuando se traducen en innovación, hablamos de productos o servicios que son desplegados en el mercado.
El problema fundamental es que la lógica de maximizar ganancias a toda costa gracias a una competitividad feroz, somete a los sectores de la economía a incorporar mayor tecnología en periodos de tiempo cada vez más cortos. Bajo esta lógica, la obsolescencia programada es la opción más viable, especialmente cuando se tiene la capacidad de producir a gran escala. Pero el ciclo apenas comienza y como resultado el mercado está lleno de productos a precios irrisorios, rozando el costo cero.
En periodos que pueden ser relativamente grandes las ventas tienden al aumento. No obstante, esa situación no será infinita porque el peso del I+D+i en forma de nueva maquinaria con nueva tecnología obligará a que la inversión sea mayor en un tiempo más corto, y se inicia un ciclo que tendrá pronto un fin.
Mientras tanto en el mercado la competencia obliga a que la tasa de ganancia sea menor, obligando también a las empresas a ejercer modelos de negocios basados en la cantidad y a buscar más y más compradores. Cuando ya no hay compradores, aparece el fenómeno característico de las economías capitalistas: la sobre-producción. El primero que habló de la sobre-producción fue el francés Jean Baptiste Say y su teoría fue desarrollada por el alemán Carlos Marx.[1]
El llamado capitalismo productivo, que es casi una metáfora en estos tiempos, ya que la especulación financiera domina por encima de las fuerzas productivas y los medios de producción, provoca que en el caso de China la crisis esté tocando a la ventana y con ello la crisis mundial.
Cuando llega la sobre-producción se inicia un periodo de crisis en la economía capitalista, llega la deflación o un exceso de oferta donde los precios de los productos se encuentran por debajo del costo de producción. Un primer signo de crisis aparece cuando se despiden cantidades grandes de empleados, en algunos momentos para que sean parte del gran ejercito de outsurcing y luego para engrandecer las colas de desempleados. Cuando el desempleo entra de lleno en escena, la clase media comienza a ver limitada su capacidad adquisitiva y es cuando la economía comienza a dejar de crecer.
El efecto de la tecnología en la perdida de vitalidad de la economía capitalista
Este fenómeno que es ya característico de la economía capitalista por su incontable recurrencia, parece ser que es una ecuación muy difícil de descifrar para los ideólogos capitalistas. Dueño de esa carga ideológica capitalista insaciable, Manuel Enrique Hinds celebraba con beneplácito el hecho de que Apple haya trasladado la producción de una línea de computadoras para Texas en detrimento de China: “[…] A pesar de que la mano de obra es mucho más cara en Texas, los costos son mucho más bajos allí porque la computadora es producida casi sin intervención humana, primordialmente por robots». [2]
Lo que aparentemente sería digno de celebrar conduce realmente a desvelar las causas de un problema estructural, el uso de robots y de la creciente flexibilización laboral solo son señales de que la crisis capitalista aparecerá de nuevo a nivel planetario. Que la Apple haya trasladado la producción de una línea de computadoras a su país, solamente delata que China ya no es el paraíso de los costos bajos de producción. Siendo así, solo la mano de obra barata hace digno de mantener algún tipo producción en ese país, opacado por otros costos como el de la movilización de las mercancías.
Por otro lado, esta realidad también puede delatar que Estados Unidos se está viendo obligado a producir en su propio territorio, y así devolverle vitalidad a su economía y su creciente incapacidad para competir en el mundo de los precios tendientes a cero. Estados Unidos ha sido desplazado en varios sectores de su economía por los países asiáticos en el mercado mundial como en la producción de la alta tecnología, en la industria automotriz, electrónica, telecomunicaciones, entre otros.
Siguiendo con la debacle de la economía capitalista, para Wim Dierckxsens, demógrafo y economista de origen holandés y radicado en Costa Rica ha señalado que “ […] el capitalismo ha llegado al momento histórico en que es imposible revincular la inversión con la producción en forma rentable”[3]. Esta afirmación es compleja, porque plantea la imposibilidad de recuperación de la economía capitalista. De hecho, el siglo XXI inicia en medio de la crisis de las puntocom que finalizó en el año 2001. Siete años después estalla la burbuja inmobiliaria y todo apunta a que estaríamos a las puertas de otra crisis. Los signos claros es la caída de la bolsa de Shangai y su efecto cascada, los problemas en la Eurozona, la pérdida de fuerza de los BRICS en su conjunto y la timorata “recuperación” de Estados Unidos. Si queremos aunar más problemas a la economía mundial, la región que más creció en los últimos años fue América Latina y ahora los signos del decrecimiento rondan con fuerza.
Llegados a este punto, un elemento que puede hacer funcionar rápidamente la economía capitalista es desistir de la obsolescencia programada, la pregunda obligadas es ¿veremos los tiempos de los productos con una vida útil mayor? De no ser así el fin de la economía capitalista está a la vuelta de la esquina y una mega crisis está a punto de explosionar. Lo terrible es que si el capitalismo no rescata su economía y su mercado, lo otro que podría salvarla es una Tercera Guerra Mundial. La industria de la guerra puede dotar de cierta vitalidad otra vez a la economía, eso ha quedado demostrado en las anteriores guerras, con el agravante que ahora una guerra mundial estaría por lo menos bordeando el fin de la humanidad.
El carácter social de la tecnología y su menosprecio por la economía capitalista
En una eventual disminución de la obsolescencia programada la tecnología y el I+D+i perderían su factor competitivo. Ante esto es necesario decir que, la tecnología y el cambio en la forma de producción tienen un carácter social destacado que es opacado por las leyes de la acumulación en la visión neoclásica de la economía. Al hacer desechable la tecnología se pierde todo factor verdaderamente transformador y se habla aquí del factor social y no necesariamente del factor económico, del valor de cambio de un producto o mercancía.
Para explorar someramente su efecto transformador, hay que revisar la relación producción y salario. Un producto que aplicando la tecnología requiere invertir menos tiempo de trabajo para su producción debería permitir un mejor salario para el trabajador o una jornada de trabajo menor. Eso tiene un impacto en la economía, en vez de destruir empleo o generar mayor explotación mantiene el empleo y con ello la economía se mantiene vital. En cuanto a la explotación, esto genera una relación inversamente proporcional: a mayor explotación menor productividad. Esta es una relación con la que el capitalismo tiene que lidiar constantemente. No es casual que se empleen los robots que pueden pasar jornadas continuas incontables sin dejar de ejercer el factor trabajo o el manejo psicológico para vincular al trabajador con la eficiencia productiva. Con una jornada menor de trabajo, la explotación es menor y la productividad puede llegar a ser mayor, esto socialmente tiene grandes implicaciones.
Como se puede observar, el factor social de la tecnología debería estar sobre la necesidad de la acumulación de capital. La economía capitalista actualmente está en serios aprietos, sin vitalidad apuesta a intentar sobrevivir en medio de las crecientes crisis. Una nueva economía mundial es necesaria; pero bajo un sistema distinto, que cambie el paradigma de acumulación que ha llevado al planeta al borde del colapso. La tecnología tiene un poder transformador a nivel social que el capitalismo ha reducido a una productividad que se traduce en un precio cada vez más marginal de los productos.
El cambio tecnológico puede ser también un elemento desencadenante de la superación de la economía capitalista.
Docente e investigador de la Universidad Luterana Salvadoreña.
Referencias.
[1] «EL CICLO ECONÓMICO Y LAS CRISIS EN MARX.» [En línea]. Disponible en: http://www.eumed.net/tesis-doctorales/jjrv/8d.htm. [Accedido: 31-ago-2015].
[2]«Los robots y la educación», observador.elsalvador.com. [En línea]. Disponible en: http://observador.elsalvador.com/obp/articulo.aspx/71060/9828827/los-robots-y-la-educacion. [Accedido: 02-ago-2015].
[3] Wim Dierckxsens, «La Gran Transición hacia una nueva civilización.»