Género y currículum oculto

David Quintana.

 

Cuántos de nosotros, cuando vemos o escuchamos la palabra “Género” pensamos interesantes frases como estas: “es cosa de mujeres”, “es una pérdida de tiempo”, “de que me sirve hablar de eso”, entre otras, haciendo referencia a lo que ocultan en sí mismas, es decir, al temor de hablar del tema porque “se sabe que no conviene hacerlo”, o pero aún , porque sencillamente se desconoce, o por el escándalo de ser vistos por otros colegas hablando por ejemplo de nuevas masculinidades, o por el miedo que pueda generar que un hombre se ponga una camisa color morado porque ante los ojos de la sociedad pueda empezar a reducir su “hombría”, etc.

 

En realidad, lo preocupante no son las palabras que se dicen, al contrario, son las que no vemos ni escuchamos, pues resultan más dañinas, porque todas esas palabras que no salen no son estudiadas por nadie. Esto no solo pasa con el análisis de género, es parte de la forma en que el ser humano se ha acostumbrado a vivir, muestra de ello es cuando el profesor felicita a los estudiantes con buenas calificaciones y dialoga con los que están con notas abajo de cinco, pero ¿Qué pasa con los que tienen 6, 7 y 8?, sencillamente, en muchas de las ocasiones nada, pues pasan desapercibidos en su mayoría por los docentes por ser parte del colectivo de los estudiantes promedio. Así se puede citar una serie de ejemplos de situaciones que pasan de manera oculta y que por lo tanto no son atendidas por nadie. Y como sabiamente expresa Rosa Luxemburgo: “Quien no se mueve no siente sus cadenas.”

 

En el ámbito educativo se prioriza el currículo oficial, los docentes se desgastan, entregan su vida si es necesario por cumplir el currículo explícito, el cual es medido, observado, juzgado y exigido a cada instante, desde la perspectiva del MINED (1994). Está caracterizado por ser humanista, constructivista y socialmente comprometido en la práctica que se desarrolla en el aula. Al analizar el currículo en sus diversos niveles, la transmisión de un modelo patriarcal aparece a simple vista, en los contenidos, en el vocabulario, en los libros de texto, en las estrategias metodológicas, entre otras. Es decir todo lo que sí puede verse.

 

Sin embargo, acorde a Flores (2005), en toda esta práctica docente determinada por el currículo oficial, resulta que de manera invisible y silenciosa pero práctica se desarrolla el denominado “currículo oculto”, el cual está constituido por todos los mensajes que se transmiten y se aprenden en la escuela sin que medie una pretensión explícita o intencional, y de cuya transmisión pueden ser conscientes o no los docentes y estudiantes.

Este currículo oculto, el cual no puede juzgarse de positivo o negativo, según Guerra (1994), se forma, entre otros elementos, por creencias, por mitos, por principios, por normas y por rituales, que de manera directa o indirecta, establecen modalidades de relación y de comportamiento, de acuerdo con una escala de valores determinada, las cuales se materializan en muchos de los casos en la construcción de relaciones desiguales de poder.

Esto vuelve necesario descubrir en los Centros Escolares con mayor profundidad los mecanismos a través de los cuales se configura el currículo oculto desde la práctica docente, en la medida que su formación y práctica pasa desapercibida ante los ojos de los actores educativos.

En este sentido, muy pocos pondrán especial atención a que solo el currículo oculto de género puede agregar algo más a las canciones, los juegos, los refranes, los chistes, etc. con el objeto de reproducir pautas sexistas de forma velada e inconsciente, haciendo saber sin intención aparente o preconcebida que el hombre es el caballero valiente el que salva a la hermosa dama, es el príncipe poderoso el que despierta a la bella durmiente, es el hombre fuerte el que protege a la mujer débil, entre otros. En este sentido, mediante el currículo oculto, los docentes dejan huellas que no tenían la intención de dejar, sus gestos, sus chistes, su forma de vestir, de hablar, etc, todo esto que no era objetivo de la clase enseñar, pero que al final quedó en la mente de sus estudiantes, quienes tendrán libertad de reproducirlo o no.

 

En conclusión, la escuela, según Stanworth (1981), “por sí misma no es capaz de dimensionar el peso tanto del currículum oficial como del currículum oculto”, puesto que no parece ser de interés para nadie en particular, al ser invisible e incluso inconsciente, pero mucho más eficiente.

 

*Catadrático e investigador de la Universidad Luterana salvadoreña

 

 

Referencias

 

– Flores, R., y Palacios, L. (2005): Las relaciones género: Investigaciones de estudiantes de bachillerato, Santiago de Chile, Editorial Surada/Andros, sernam/usach.

MINED (1994-1999) Fundamentos Curriculares de la Educación Nacional. Versión divulgativa, San Salvador, El Salvador.

Santos Guerra, Miguel Ángel (1994) Currículum Oculto y construcción de Género en la escuela. Universidad de Málaga, España.

Stanworth (1981), Representaciones y contradicciones, Barcelona, Paidós.

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