Aumento del 15% al salario mínimo deja ver la mezquindad del gremio empresarial
Mauricio Manzano*
El artículo 38 de la Constitución Nacional de la República, en su numeral 2, dice que: “Todo trabajador tiene derecho a devengar un salario mínimo, que se fijará periódicamente. Para fijar este salario se atenderá sobre todo al costo de la vida, a la índole de la labor, a los diferentes sistemas de remuneración, a las distintas zonas de producción y a otros criterios similares. Este salario deberá ser suficiente para satisfacer las necesidades normales del hogar del trabajador en el orden material, moral y cultural”.
Un elemento primordial que debe tomarse en cuenta al momento de la revisión e incremento del salario mínimo, según la Constitución de la República, es el costo de la vida, es decir, la inflación y el costo de la canasta básica alimentaria (CBA). Este salario debe cubrir las necesidades materiales, morales y culturales del trabajador.
El 01 de junio, dos representantes del Consejo Nacional del Salario Mínimo (CNSM): el sector empresarial, representados por la ANEP, y los representantes del sector laboral, en contra de la postura del sector gubernamental, que sostenía un aumento de 300 dólares para el sector urbano y 250 dólares para el rural, aprobaron un aumento del 15% al salario mínimo en tres años. Es decir, un equivalente aproximadamente a $0.20 centavos de dólares por día. La propuesta aprobada fue la presentada por el sector empresarial.
El aumento del 15% al salario mínimo en tres años deja ver la mezquindad e injusta distribución de los resultados de la producción por parte de la empresa privada. No hay que olvidar que es la capacidad de los trabajadores la generadora de riquezas. Una actitud inteligente por parte de los empresarios sería invertir y fomentar esas capacidades, una forma de invertir es a través de un salario justo que cubra sus necesidades básicas, tanto materiales como inmateriales.
El aumento de $0.20 centavos de dólar diario a las y los trabajadores no representa un aumento sustancial ni contribuye a la calidad de vida los y las trabajadoras. Sobre todo cuando la canasta básica alimentaria, que representa el requerimiento mínimo de calorías que necesita un individuo para desarrollar un trabajo, ronda los 200 dólares según las DIGESTIC, y hasta 250 dólares para otros sectores.
Con este salario, las y los trabajadores no logran satisfacer las necesidades materiales básicas, que no sólo son la alimentación, la vivienda, el transporte, los cuales absorben más de la mitad de los gastos de los hogares, sino también la educación, la salud, la recreación, la seguridad, entre otros. Por otra parte, el salario mínimo respecto a la canasta de mercado (CM), que mide la evolución de precios en un periodo de tiempo, solo alcanza a cubrirla en menos de la mitad, es decir, en un 43%. (Análisis socio económico de El Salvador, UCA, 2016).
El bajo crecimiento de la economía y en la competitividad es una muletilla expresada funestamente y hasta increpada con exasperación por parte del sector empresarial. Con frecuencia suelen expresar que para alcanzar niveles de vida más justos se necesita un mayor crecimiento de la economía. Sin embargo, nunca han transparentado sus ganancias. ¿A cuánto ascienden las ganancias netas anuales del sector empresarial?
Hay que decirlo, también la distribución equitativa de los resultados de la producción es una forma de generar bienestar y justicia al sector trabajador. Sustentar el salario de la clase trabajadora solamente por el crecimiento económico y en la competitividad, hace de esta categoría una ideología para justificar salarios mezquinos a quienes son la fuente primaria de la generación de riqueza.
Por tanto, la propuesta y aprobación del gremio empresarial y de los representantes del sector laboral del aumento de 0.20 centavos de dólar por día al salario mínimo deja ver la mezquindad e injusta distribución de forma equitativa de los resultados de la producción por parte de la empresa privada con las fuentes primarias generadoras de riqueza, las y los trabajadores. Esperemos que el presidente de la República, el profesor Sánchez Cerén no avale el decreto de aumento del salario mínimo y se siga discutiendo con el objetivo de lograr mejorar sustanciales en detrimento de la mezquindad de la empresa privada.
*Investigador y catedrático de la Universidad Luterana Salvadoreña