A 73 años de la derrota de la Alemania Hitleriana, Rusia festeja su triunfo
Armando Briñis Zambrano*
Hace 73 años, el 9 de mayo de 1945, la Alemania nazi firmó la rendición incondicional ente el empuje del Ejército Rojo. No de los aliados occidentales.
El Mariscal de Campo hitleriano Keitel rubricó con su firma la derrota del nacifascismo ante el Mariscal Zhukov, comandante supremo del Primer Frente Ucraniano. Las tropas alemanas cercadas en Berlín, más de 1 millón de soldados, artillería, tanques y aviación, se rindieron ante el victorioso ejército conformado por rusos, ucranianos, bielorrusos, kazajos y otras nacionalidades del entonces Estado Soviético.
Días antes, finales del mes de abril, combatientes del ejército rojo y del ejército estadounidense se había encontrado en el río Elba a cientos de kilómetros de la capital alemana cercada y a punto de caer. Por desgracia hay muchos historiadores occidentales que intentan olvidar los hechos o los tergiversan. También canales de la televisión estadounidense, que de históricos no tiene nada.
Como olvidar las brillantes victorias del Ejército Rojo, en las batallas de Moscú, Stalingrado, el Arco de Kurs, Kiev. Minks, Varsovia, la liberación de Europa Oriental y de los Balcanes, culminando en Viena y Berlín. Estas batallas decisivas en número de combatientes, técnica militar y recursos, rompieron el espinazo del ejército alemán y liberaron del yugo fascista, de la esclavitud y del holocausto del Tercer Imperio Alemán a los pueblos de Europa y, no lo dudemos, del mundo.
Setenta y tres años después, en documentales, películas y la inmensa bibliografía referida al tema de la Segunda Guerra Mundial, historiadores, politólogos e incluso otros que se hacen llamar políticos del llamado mundo occidental, intentan reescribir la historia y minimizar la grandiosa epopeya de los pueblos de la desaparecida Unión Soviética y porque no, del pueblo ruso que cargo con un por ciento inigualable de sacrificios, recursos y muertos, no comparable al de las otras naciones del mundo participantes en la contienda. Se considera que la entonces Unión Soviética perdió entre 26 y 33 millones de personas, más que la suma de todos los otros países juntos.
En el llamado Frente Oriental (Unión Soviética–Alemania Naci y sus aliados) el ejército alemán perdió más de 7 millones de soldados y que en el Frente Occidental (Aliados anglo estadounidenses), la Alemania hitleriana menos de un millón de soldados alemanes. Estos hechos son incuestionables. Es igual que comparar la victoria de las armas soviéticas en Stalingrado, con la victoria inglesa en El Alamein. En Stalingrado más de un millón de soldados alemanes fueron muertos, heridos y prisioneros entre los que se contó el Mariscal Von Paulus comandante del 6to y el 9no Ejército alemán, mientras que en El Alamein solo 100 mil soldados alemanes e italianos fueron muertos heridos. La comparación no soporta el más mínimo análisis cuantitativo y cualitativo.
La larga lista de las victorias del Ejército Rojo, las más grandes en la historia militar de la humanidad, y las inconsistencias de los que apoyados por los oligopolios mediáticos y las llamadas redes sociales, tergiversan los hechos y décadas después apelan al olvido de las nuevas generaciones para hacer creer que Estados Unidos y Gran Bretaña, especialmente el primero, cargaron con el peso fundamental de la guerra y fueron los verdaderos vencedores de la Alemania Hitleriana, no tiene consistencia histórica y muchas veces mienten de la manera más burda.
Rusia como heredera de la Unión Soviética y de las victorias inigualables del Ejército Rojo, celebra hoy la hazaña del pueblo ruso y de los pueblos que conformaron ese desaparecido Estado, con ella celebran los pueblos del mundo amantes de la paz, que quieren que no se repita semejante baño de sangre y el holocausto que significó la Segunda Guerra Mundial y el nacifascismo alemán.
Los enemigos de Rusia y aquellos que siguen enarbolando la histeria antirusa cargada de xenofobia, ultranacionalismo y revanchismo, deben recordar que el pueblo ruso jamás ha sido doblegado, Napoleón y Hitler pagaron caras sus aventuras bélicas y los que hoy pretenden o sueñan con hacerlo, deben estar conscientes que cualquier aventura bélica, conduce al exterminio mutuo, a la desaparición de la humanidad y del planeta en que vivimos.
* Investigador y catedrático de la Universidad Luterana Salvadoreña