Al perro más flaco se le pegan las pulgas
Mauricio Manzano*
“Al perro más flaco se le pegan las pulgas”, decía niña María (nombre ficticio) sentada en la esquina de un pasaje de un barrio popular, con un huacal lleno tamales de elote, con la esperanza de vender, con más esperanzas que ingresos, para su pobre hogar compuesto de cuatro personas y con la única fuente de ingreso. Esta frase la expresó bajo el contexto del “aumento” o reducción del subsidio a la luz eléctrica.
Ciertamente, este sabio refrán popular expresa una situación de adversidad continua. Imaginemos un perro flaco, con hambre, sucio, indefenso, enfermo, abandonado a la intemperie de su suerte en una realidad adversa, sin dueño y solitario. Y encima, para acrecentar su sufrimiento, las pulgas llegan y lo arremeten succionándole la poca sangre que corre por sus venas. No atacan al perro bien alimentado, bien bañado y saludable del millonario, no, las pulgas se hinchan con la poca sangre del pobre perro flaco que está viviendo la peor situación de su vida.
Niña María extrapolaba coloquialmente esta grafica alegórica a la población, pues define adecuadamente lo que vive la mayoría de los salvadoreños, que soportan el alto costo de la vida, con salarios precarios, empleos inseguros e informales, crisis de seguridad y desidia de la clase política que dicen gobernar para los más necesitados. Las desgracias nunca vienen solas reza, otro sabio refrán, continuamente atacan al más débil. Así es, el pueblo está pasando una de las peores rachas de su historia.
La situación de inseguridad y pobreza no es nueva, hay que decirlo, es histórica, pero el alza progresiva en los impuestos ha venido a desmejorar la ya existente crisis de la sociedad. Son más de 20 nuevos impuestos desde el 2009 a la fecha que ha efectuado los gobiernos de “izquierda”, bajo el mismo estribillo rayado que es en “beneficio de la población más necesitada”. Iniciaron en el 2009 con el impuesto del 10% sobre los intereses de depósitos, le siguió el 20 % sobre intereses de préstamos, inversiones y otras transacciones financieras. En el 2015 se implementó el 5% a la factura de toda adquisición de servicios y bienes de telecomunicaciones en todas sus modalidades, al final se cargó a la factura del consumidor final, sólo por citar algunos casos.
Todos los impuestos, incluyendo aquellos que en teoría iban destinados a los que adquieren mayores ganancias, como el 10% sobre ganancias de capital por las ventas de inmuebles, o la retención y pago de hasta 5 % sobre utilidades distribuidas a accionistas, todos han impactado negativamente a la clase más pobre del país.
Ahora, iniciando el año 2017, el gobierno nos apresa aún más con la eliminación del subsidio a más de 150 mil familias como la de niña María, medida que ha generado un incremento de más del 40% en el costo en la factura de luz eléctrica en este tipo de familias. Peor aún la justificación de un funcionario al querer justificar la supresión del subsidio con la triste frase de que la medida obedece a “estimular a la gente para que implemente medidas de ahorro energético”.
María tiene razón, al perro más flaco se le pegan las pulgas, es más fácil cargar con más impuestos al pueblo pobre que recaudar los más de 1600 millones de dólares que evaden los grandes contribuyentes, o combatir la corrupción generalizada que escandaliza, incluso a la comunidad internacional. Es más fácil cargar con impuestos regresivos al pueblo débil y pobre, que realizar una reforma tributaria para recuperar la evasión y frenar la elusión de las poderosas y millonarias empresas del país.
¡Cuidado! el pueblo se está armando de fuerza y valor. Están llevando a los encorvados a una banda acorralada, no se han dado cuenta que los están enderezando y obligando a una sublevación social, de eso ya hay indicios.
*Investigador y catedrático de la Universidad Luterana Salvadoreña.