Breves valoraciones de la Teoría de las Sub-culturas Criminales

Juan Ramón Ruiz Figueroa*
Gerardo Alfredo Rosa**
Esta teoría de las sub-culturas criminales integra los conocimientos de las teorías de la anomia y de la asociación diferencial. El punto de inicio es que no toda la criminalidad y la delincuencia juvenil tienen una motivación de carácter económico, sino que el joven en la medida que va vinculando el triunfo y el reconocimiento social en la calle va adquiriendo mayor capacidad de delinquir.
Al mismo tiempo, el delito se asimila como un riesgo aceptado en el desarrollo de sus actividades criminales, en que la mayor entidad de violencia ejercida es proporcional a la respuesta de la pena, por ello la necesidad de acelerar los centros de riqueza para tratar de obtener el máximo provecho de la corta o larga carrera delictiva que puede desarrollar en su juventud, es un factor que determina la comisión de delitos.
En cuanto al tema de la prisión en la edad adulta del delincuente, se vuelve un rito palpable para el infractor que lo ubica en una escala social privilegiada de su entorno delictivo reforzada por la experiencia y supuesta fama que le antecede en su historial delincuencial.
Criminólogos como: Elbert y Sutherland introdujeron el concepto de subcultura, y con ello rompen la idea de la sociedad monolítica y la homogeneidad de valores en la coexistencia social. Es decir, hay una macro sociedad con sus valores, creencias y costumbres predominantes, que pueden tomarse como obedecidos sin excepción por todos los integrantes. Pero, además, existen grupos, subculturas, que es un sistema social inserto en esta macro sociedad, con valores propios, lenguaje, símbolos, normas, medios originales, aunque no desvinculados del todo con la cultura general dominante (que casi siempre es la de la clase media o media-alta).
Estas subculturas no están contra la cultura general dominante, no actúan por anomia; vale decir, no carecen de normas, sino que poseen sus propias normas por lo que debe interpretárseles con parámetros normativos diferentes a los del resto de la sociedad. A la vez sus integrantes se cohesionan en torno a valores y creencias propios, que se generan con el trato entre jóvenes situados en circunstancias similares. La subcultura soluciona problemas que no resuelve la cultura dominante. Debido a la coincidencia en los patrones sub-culturales entre algunos jóvenes, estos se asocian con quienes estén más cerca de la violación de las normas, alejándose de aquellos propensos a su cumplimiento.
El concepto subcultura ha tenido mucha aplicación en los estudios penitenciarios, ya que en las cárceles representan una opción entre la vida y la muerte. La vida en una prisión es incomprensible si no se interpreta tomando en cuenta los valores propios de sus distintos actores, sectores y secciones”, interpretación diferente a la versión oficial. (Elbert, Op. Cit).
La anomia. Existen medios institucionalizados de los cuales disponen los individuos para alcanzar sus metas sociales. A esos medios llamémosle la estructura legal-moral. Pero si las estructuras legales morales están mal integradas se produce una tendencia al derrumbe de las normas, a la carencia de ellas, por lo que muchas personas pueden tener la tendencia a buscar las metas por fuera de lo establecido, ya no adecuarse a las estructuras oficiales. La anomia (del griego a, sin; nomos, norma) es el quiebre de la estructura cultural, que se produce por la asimetría entre: a) las normas y objetivos culturales y b) las capacidades de las personas para actuar de acuerdo con aquellas y alcanzar sus propósitos.
Vale decir, que las instituciones oficiales han sido hechas para un miembro imaginario que tiene unas ciertas capacidades y adaptaciones, y ello no es verdad. No pudiendo involucrarse en esos medios, por falta de los requisitos que se presume que tiene, el individuo adopta una conducta desviada, “se adapta como puede a las situaciones de anomia, mediante ciertos mecanismos que se definen como de conformidad, innovación, ritualismo, retraimiento, y rebelión” (Elbert, Op. Cit). En la anomia podemos decir: “no hay norma apta para mí, no me toma en cuenta a mi esa norma”.
Podemos concluir en primer lugar que: el rechazo o estigma se vuelve un factor alentador para que los menores o adultos cometan delitos de mayor intensidad y violencia como una forma de respuesta a la sociedad. En atención a la falta de oportunidades que necesitan para cubrir sus deseos hechos necesidades. En segundo lugar, los medios de comunicación social, también deben jugar un papel primordial en evitar dimensionar la imagen de la delincuencia en su conjunto, para evitar el estigma en los procesos de rehabilitación que generan en la opinión pública una percepción negativa de los menores y adultos.
Por último, el factor económico es el principal detonante del nacimiento de las subculturas criminales en las y los jóvenes y no la falta de existencias de normas, dado que dependiendo de los éxitos de la conducta delictiva se obtiene posición, reconocimiento, dominio y poder, logrando un estatus económico y social alto, o se lucha por alcanzarlo, ocasionando así una conducta de inobservancia de la norma, lo que pareciera una aparente necesidad de la creación de nuevas, cuando realmente lo que se requiere es dar ejecución y cumplimiento efectivo a las ya existentes. Desarrollando políticas de transformación integral, lo cual será determinante para la efectividad de las mismas.
* Director de Centro de Prácticas Jurídicas de la Universidad Luterana Salvadoreña
** Docente de la Universidad Luterana Salvadoreña