Denunció recientemente la organización Oxfam Internacional que crece la brecha entre ricos y pobres
Armando Briñis Zambrano*
Si bien la crisis económica iniciada en 2008 llevó a recortes y supuestas políticas de austeridad que incrementaron los niveles de desempleo y precariedad en gran cantidad de países, desde entonces hasta la fecha el número de multimillonarios se ha duplicado.
De acuerdo con el informe de la institución con sede en el Reino Unido, la cantidad de personas con más de mil millones de dólares pasó de 793 en 2009, a mil 645 este año 2014, pues la riqueza se sigue acumulando arriba y seguirá haciéndolo a menos que los gobiernos actúen para evitarlo.
A principios de 2014, Oxfam señaló que los 85 más acaudalados del planeta poseían un patrimonio equivalente a los bienes de la mitad de la población mundial, más de tres mil 500 millones de habitantes.
El reporte está acompañado por datos que mostraron el incremento de la concentración de la riqueza en pocas manos desde 1980 hasta la actualidad, así como la apertura de la brecha entre ricos y pobres pese a la recesión de hace seis años.
Según el estudio, desde la crisis financiera del 2008, el uno por ciento de los ciudadanos estadounidenses ha acaparado el 95 por ciento del crecimiento, mientras que, en la Unión Europea, los ingresos conjuntos de 10 personas superan el costo total de las medidas de estímulo aplicadas en el bloque de 2008 a 2010.
Ahora casi al finalizar 2014, Oxfam volvió a abordar el tema de las desigualdades, y señaló que la riqueza combinada de los multimillonarios actuales ha crecido 124 por ciento en los últimos cuatro años, por lo que tiene un monto de 5,4 billones de dólares (millones de millones).
Para ilustrar esas cifras, la institución indicó que si el hombre más rico del mundo según la revista Forbes, el mexicano Carlos Slim gastara un millón de dólares cada día, le tomaría 220 años acabar con su fortuna; en tanto que, con ese ritmo, al segundo puesto, Robert Gates, dueño de Microsoft le llevaría 218 años terminar con todo su patrimonio.
Por otra parte Latinoamérica continúa siendo la región más desigual del mundo, como reconoció hace pocos días la secretaria ejecutiva de la Comisión Económica para América Latina y el Caribe, Alicia Bárcena. Esa declaración fue confirmada en los datos de Oxfam, según los cuales en esta área geográfica los más ricos acaparan casi el 50 por ciento de los ingresos totales y el número de multimillonarios creció el 38 por ciento durante los últimos 12 meses. Increíble si tenemos en cuenta los gobiernos llamados de izquierda que ejercen el poder en el área.
La situación, sin embargo, se da en todas las latitudes, pues en el África subsahariana hay 16 multimillonarios que conviven con 358 millones de pobres, mientras que en un país desarrollado como España, el uno por ciento más rico posee tanto como el 70 por ciento de los ciudadanos. Incluso en el Reino Unido las cinco familias más adineradas concentran patrimonios superiores a un quinto de toda la población del país.
Al decir del informe de Oxfam presentado en octubre en medio centenar de naciones, lo que ellos llaman “fundamentalismo de mercado” y la captura política por parte de las élites, así como las leyes hechas a la medida de los intereses de unos pocos, son las principales razones del rápido incremento de las diferencias económicas.
Por fundamentalismo de mercado deberíamos entender entonces el enfoque de que la expansión económica sostenida, dígase neoliberalismo y ganancias para los cada vez más ricos, solo es posible si se reduce la intervención estatal, lo cual limita la regulación y la fiscalidad necesarias para mantener la desigualdad bajo control. Típico mandato de las grandes trasnacionales.
Al mismo tiempo, tanto en las naciones en vías de desarrollo como en las más avanzadas, las élites utilizan su influencia a fin de lograr prerrogativas como exenciones fiscales, contratos privilegiados, concesiones de tierra y subvenciones.
“No deberíamos permitir que las doctrinas económicas, que solo buscan el beneficio a corto plazo, o las personas ricas y poderosas, que solo buscan el beneficio propio, nos cieguen ante estos hechos”, apuntó Winnie Byanyima, directora ejecutiva de Oxfam Internacional.
Hoy millones de personas mueren alrededor del mundo debido a la falta de atención médica y millones de niños no acceden a la escuela, mientras una pequeña cantidad acumula más dinero del que se podría gastar en toda una vida, apuntó la antes mencionada.
El organismo ha estimado que la aportación de solo el 1,5 por ciento del patrimonio de los multimillonarios sumaría suficiente dinero para asegurar que los niños y adolescentes de los países de mayor pobreza vayan a la escuela y para proporcionar asistencia sanitaria gratuita en los 49 Estados más atrasados del planeta.
“La pobreza y la desigualdad no son inevitables o accidentales, sino el resultado deliberado de decisiones políticas. Se necesitan acciones urgentes para equilibrar la balanza, poniendo en marcha medidas que redistribuyan los recursos y el poder que actualmente se concentra en una minoría”, consideró Byanyima.
Por lo anterior el reporte llamó a los gobiernos a seguir un plan para reducir las diferencias con medidas drásticas contra la evasión fiscal, la inversión en sistemas de salud y educación gratuitas, y la adopción de un acuerdo global sobre el tema.
Al mismo tiempo, remarcó la necesidad de promover políticas tendientes a garantizar un salario mínimo digno y a reducir la brecha entre las retribuciones que reciben hombres y mujeres. Esas podrían ser vías para revertir la situación de un mundo en el cual siete de cada 10 personas viven en países donde la desigualdad entre ricos y pobres es mayor ahora que hace 30 años.
* Dr. Armando Briñis es investigador de la Universidad Luterana Salvadoreña.