Donde hay corrupción hay pobreza

Rubén Fúnez*

 

Lo primero que me suscitaron los sucesos en Guatemala, fue reflexionar sobre el poder que se ha estado gestando en la ciudadanía. Los acontecimientos ocurridos en los últimos meses y, de modo progresivo, han sido claramente una muestra de fuerza de ese pueblo. No tenemos siquiera que recurrir a ningún tipo de justificación para demostrar aquella exhibición de fuerza. Por lo tanto, aquel poder se muestra desde sí mismo.

 

La gran pregunta que, inexorablemente, tenemos que hacernos es si el responsable de esa enorme protesta popular hay que atribuírsela, digamos, a una vanguardia que la organiza, orienta y dirige. Y, esperanzadoramente, hay que decir que no parece verosímil que se esté dando, de hecho, dicha conducción; eso no obstante, y hay que decirlo en seguida, a que no estén haciéndose presentes combatientes históricos de la resistencia guatemalteca. Sin embargo, no se hacen presentes como conductores, sino como unos “indignados” más, frente a la actual situación.

 

De hecho lo que están mostrando los sucesos de Guatemala es que el poder se ha desplazado a la ciudadanía. Estamos acostumbrados a pensar que en quien reside el poder es en el Estado; y hay que decir que el Estado procede como si fuera la única instancia que detenta poder. Ya sé que esta afirmación hay que matizarla aún más, porque más de algún listo me va a decir que aunque en teoría es el Estado el que detenta el poder, en la práctica quien lo hace y de modo atroz son los grupos dominantes, en este caso los dueños del capital, los dueños del dinero.

 

Sí, decir eso es verdad y es una verdad contundente, y esa contundencia es la que hace que le pongamos más atención a estos hechos. Son hechos que pueden ser vistos por cualquiera: “se movilizaban semanalmente miles de guatemaltecos a protestar”, y esa protesta, como las trompetas de Jericó terminaron derrumbando los pilares fundamentales en los que se asentaba la corrupción. Este fue mi primer impulso al darme cuenta de los sucesos guatemaltecos.

 

Sin embargo, comentando estos sucesos y precisamente antes que desaforaran al presidente guatemalteco, un analista y luchador social afirmó, con toda la seguridad del mundo, que la asamblea desaforaría al presidente; en la noche en la que supe la noticia, la única pregunta que no sabía cómo responder era justamente ¿cómo lo sabía, por ejemplo Dagoberto Gutierrez? Al día siguiente la duda me fue atronadoramente respondida: los que podían desaforar al jefe de Estado sabían perfectamente que a los Estados Unidos no les conviene un presidente tan notoriamente vinculado con la corrupción. Es decir, ¿el desaforo al presidente guatemalteco no se debió a la protesta popular? ¿No fue entonces que los diputados tomaron en cuenta y muy en cuenta la amenaza popular de que si no votaban por la ciudadanía, ellos tampoco votarían por los diputados? Pues no, parece que no, lo que parece, y es esto de lo que se están haciendo eco las redes sociales, es que nuevamente se hace lo que Estados unidos decide que se haga.

 

Ante lo anterior, mi segunda reacción fue preguntarme si ¿vale la pena escribir sobre este “poder popular”? ¿Qué fue lo que terminó decantando el peso para decirme a hacerlo? Ayer leía, en la Prensa Gráfica, acerca de la corrupción en Brasil, y en México; vi las multitudinarias marchas en Honduras contra la corrupción, que fueron reprimidas el lunes 31 de agosto en la que fue Golpeada Dunia Montoya, esposa del diputado Bartolo Fuentes. Recordé la resistencia de parte de El Salvador en que se instale en nuestro país una CICIES y se me vino a la cabeza el refrán popular de que “quien nada debe nadie teme”.

 

Es decir estamos inundados de corrupción. La corrupción es el nuevo rostro de la voracidad. La voracidad de las corporaciones, como lo denuncia cineasta estadounidense Michael Moore, ha devenido en corrupción. Pero hoy a noción de corrupción forma parte del imaginario popular. La ciudadanía ha comenzado a vincular, su situación de postración con la corrupción que lo permea todo. Por lo tanto, esté o no esté Estados Unidos detrás de la decisión de la Asamblea de desaforar al presidente guatemalteco, ha quedado impreso en el imaginario de la gente que a la corrupción hay que combatirla, y que los ciudadanos sepan eso, es una gran noticia. Donde hay corrupción, denunció el PNUD, hay pobreza.

 

* Investigador y catedrático de la Universidad Luterana Salvadoreña

 

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