El reto de una innovación transformadora en El Salvador

Carlos Molina Medrano

Formalmente fue Joseph Schumpenter quien introdujo los primeros postulados teóricos sobre la innovación en materia económica. Un proceso concebido como factor de desarrollo dentro de una economía capitalista. La innovación para Schumpenter es la imposición de una novedad técnica u organizacional en el proceso de producción, la cual debe alcanzar un espacio en el mercado, de lo contrario no puede considerarse como tal. Un invento, bajo esta lógica es nada más en un intento cuando se cambia la forma de producir, o  una simple iniciativa de un nuevo proceso productivo.

En la visión de Schumpenter los efectos de los cambios tecnológicos y sociales ejercen un impacto más decisivo y más dinámico que los factores ligados al aumento en los medios de producción. Éste ultimo aspecto incide en la sociedad de forma cuantitativa pero no cualitativamente. Sin embargo, la innovación incide de forma cualitativa en la sociedad, en la medida que aporta calidad al proceso de producción[1]. Es necesario tener claro que la innovación no siempre se debe entender como sinónimo de nuevos productos. En muchas ocasiones un nuevo producto no supone innovación sino leves cambios cosméticos que no aportan nada en materia de desarrollo en la producción. Sin embargo lo decisorio de la innovación también puede estar en la forma de producir, sus componentes, la materia prima empleada, la técnica utilizada, entre otros aspectos.


Para Schumpenter la economía es un todo dinámico, y el crecimiento económico se convierte nada más en aspectos relacionados con la estadística. En la medida que los procesos productivos tiendan al dinamismos y a mayores cambios tecnológicos y sociales, la economía tenderá a su evolución, con lo cual también la sociedad tendrá mayor desarrollo.

En su obra Teorías del Desenvolvimiento Económico Schumpenter sintetiza el peso de la innovación en el sistema capitalista, planteándolo así: “..este carácter evolutivo del proceso capitalista no se debe simplemente al hecho de que la vida económica transcurra en un medio social y natural que se transforma incesantemente y que, a causa de su transformación, altera los datos de la acción económica; este hecho es importante y esta transformaciones (guerras, revoluciones, etc) condicionan a menudo el cambio industrial, pero no constituyen su móvil primordial. Tampoco se debe este carácter evolutivo al crecimiento casi automático de la población y el capital ni a las veleidades del sistema monetario, de todo lo cual puede decirse exactamente lo mismo que de las transformaciones del proceso capitalista. El impulso fundamental que pone y mantiene en movimiento a la máquina capitalista procede de los nuevos bienes de consumo, de los nuevos métodos de producción y transporte, de los nuevos mercados, de las nuevas formas de organización industrial que crea la empresa capitalista.”[2]

Nos quedamos con el planteamiento de Schumpenter en cuanto cree que el crecimiento de la economía es pura estadística y con su negación de  lo decisorio del sistema monetario como factor determinante en la economía. Pero también creemos que hará falta mucha innovación para superar la economía capitalista y que un desarrollo más holísitico será clave para su transformación.

En El Salvador, con una economía capitalista de bajo nivel productivo e industrialización, la innovación aparece con un papel marginal. Con un sistema educativo sumamente tradicional, basado en metodologías arcaicas donde la creatividad es sepultada por lo cuantitativo y lo sumativo, es difícil creer que se pueda avanzar en superar la crisis histórica que padece el país. Bajo tal contexto, si pensamos transitar hacia un nuevo estadio en materia educativa, es imperante despojar la educación salvadoreña de las ataduras que históricamente ha padecido desde la Constitución de la República. La innovación es el camino para dotar a la educación salvadoreña de otra dinámica, una dinámica transformadora. Cada vez más, el proceso educativo se descentraliza, se transversaliza y se auto gestiona. Aquí vemos una rendija que pueda llevarnos a innovar constantemente en esta materia, inyectar una dinámica transformadora. El tema educativo no debemos verlo separado de la economía, sino al contrario, doblemente vinculado. Por un lado, como el resultado de la promoción y encauzamiento de la creatividad del futuro profesional, y por otro lado, por el impacto que inyectará la innovación en el mismo sistema educativo.

Curiosamente, los países de Suramérica denominados como progresistas han tenido que echar mano de las mismas teorías capitalistas para lograr equilibrar y desarrollar la economía, y así poder aspirar a una transición poscapitalista o por lo menos posneoliberal. Indicando que no es fácil una transición hacia sociedades con mayor igualdad y justicia social. Actualmente Bolivia, Ecuador, Venezuela y Argentina apelan a la innovación para poder insertarse mejor en la sociedad globalizada, buscando favorecer un mundo multipolar donde los nuevos ejes de poder jueguan a un capitalismo menos auto destructor. Por su puesto, se entiende esto último como un paso, de muchos, hacia una utopía transformadora.

Según el último ranking de innovación, El Salvador [3] aparece en el puesto 103. Es Chile el que aparece en el número 46 de Latinoamerica, luego Panamá en el 52, Costa Rica en el 57, Brasil en el 51. Bolivia, Ecuador y Venezuela aparecen  más abajo que El Salvador. Extraño porque el desarrollo de estas tres economías es grande. Bolivia creció cerca del 7% en el 2013 y se está convirtiendo en potencia energética de Suramérica y está esmerada en diversificar su economía. Venezuela se ha consolidado como la quinta economía en la región y Ecuador ha cualificado su sistema educativo y cuenta con una economía que se diversifica cada vez más, así como, su economía se consolida a tales niveles que no sufrió el embate de la crisis Capitalista del año 2008.

No se duda que Costa Rica y Panamá sean ya referentes en Latinoamerica, porque en especial el primero ha realizado esfuerzos mayúsculos en materia de innovación y comienzan a cosechar sus esfuerzos. Este país comienza a dar grandes pasos en el desarrollo de una economía del conocimiento. Costa Rica aunque se mantiene en niveles altos, se nota un rezago en materia de innovación.

Nuestra lectura es que es imposible que con una economía capitalista cavernaria como la de El Salvador se pueda construir un horizonte distinto. A mayor democracia se necesitan mayores recursos económicos. A mayor esfuerzo en la educación mayores recursos económicos. A mayor cualificación del sistema sanitario mayores recursos. El argumento de la austeridad es muy importante, sin duda, pero es  insuficiente. Un pacto fiscal o varias reformas sucesivas, así como el combate a  la elusión y la evasión tampoco son argumentos sólidos como muchos creen para transformar la economía. Eso no le va alcanzar a este gobierno y será solo para medio pasar los cinco años.

El problema fundamental es la economía dependiente de las remesas, la poca inteligencia para orientar esas remesas como un aspecto catalizador de la economía. Los bajos niveles de producción, los bajos niveles de innovación y la poca inteligencia de los tomadores de decisiones, así como el  bajo aporte de la academia para signar caminos de transformación, sólo para mencionar unos cuantos elementos.

No obstante, también es necesario despojarse de argumentos propagandísticos en materia económica, tales como los que las gremiales empresariales esgrimen. Por ejemplo, en la producción de alimentos hay claros elementos innovadores con la aplicación de la agroecología. El uso efectivo de los mismos recursos que la madre naturaleza nos provee, hace que los campesinos sean más eficientes si lo vemos de forma holística.  Más empleo si vemos que a mayor producción agroecológica es necesario mayor intervención del campesinado, los mismos que son capaces de producir su propia comida y que muy probablemente pueden ser capaces de producir excedentes para asegurar los demás aspectos materiales de su vida. Si echamos un vistazo somero, veremos la diversidad de procesos innovadores que este modelo de producción alimentaria tiene y su impacto positivo en la economía. La agroecología necesita de conocimiento, sí, del gran conocimiento ancestral, pero aunado con el conocimiento científico contemporáneo es un detonante transformador de la economía. Además se impacta la economía del sistema sanitario por la sustitución de los agrotóxicos, y por su puesto, se disminuye la contaminación.

Un segundo ejemplo lo encontramos en el tema de la producción de energía. A pesar de que El Salvador es privilegiado por tener una presencia del Sol durante todo el año, nos encontramos con la realidad de que no hemos sido capaces de innovar para un uso más eficiente de ese recurso.  Similar situación sucede con la lluvia, somos incapaces de retener el agua de las precipitaciones y emplearla durante el verano. Aunque pudiera padecer insignificante, solo este aspecto aportaría elementos de desarrollo a la economía. Mayor eficiencia, mayor empleo, innovación en los procesos de producción, por ejemplo en la producción de los alimentos. Hay comunidades en El Salvador que ante los graves problemas del cambio climático han optado por cultivar en verano. Recolectan el agua del invierno y con la energía solar impulsan sistemas de riego, lo emplean de diversas formas para cultivar, innovan ese proceso productivo, sus costos operativos tienden a cero con el tiempo.

Como vemos la innovación no necesariamente se trata de complejos procesos productivos. Cada vez la gente aplica una amalgama de procesos que parecían superados con elementos actuales en los procesos  productivos, dando como resultado su innovación. En España encontramos un ejemplo, el aparecimiento del trueque directo no necesariamente es un retroceso, (no se trata de generalizar el trueque, sino emplearlo como un instrumento en momentos concretos) es un elemento catalizador de la misma economía, en momentos de crisis por ejemplo, que fluye sin intermediación haciéndola menos engorrosa y si se le agrega la tecnología, para concitar a la gente a ejercer ese mecanismo, aparece una innovación que tiene incidencia económica.

La organización de un transporte más eficiente utilizando los vehículos individuales, es un mecanismo que está transformando la forma de movilizarse en varios países del mundo, y la tecnología es el instrumento que hace realidad esa situación, sin duda otra innovación, con un gran impacto en la economía, pero también en la ecología.

El modelo de negocio de la cultura libre es otro elemento innovador en la actualidad. Centrado totalmente en los servicios, basado en la cantidad, despojados de las restricciones hacia los usuarios. El software libre por ejemplo está transformando la forma de producir tecnología en el mundo, con procesos innovadores muy significados que impactan la economía. Es necesario entonces, hacer un esfuerzo superlativo por este tipo de innovación en El Salvador.

Se puede pensar en una economía del conocimiento en nuestro país, por su puesto que sí.  En el horizonte se divisan fuerzas que emergen desde las juventudes que pueden aportar energías para cambiar ese estatus quo que se niega a permitir la búsqueda de nuevos caminos para nuestro país. Poco a poco se derrotan y cada vez más el talento de las juventudes transforma la realidad. Hay que hacer un sobre esfuerzo para acelerar y delinear mejor las apuestas para una nueva sociedad, tan urgente para nuestro país.

Referencias:
[1] MONTOYA, Omar, «Schumpenter, Innovación y Determinismo Tecnológico», Sci. Tech., vol. No 25, ago. 2004.
[2] SCHUMPENTER, Joseph, Teoría del desenvolvimiento económico. México, 1978.
[3] «The Gobal Innovation Index 2014». World Intelelctual Property Organization, 2014.

* Coordinador de la Licenciatura en Ciencias de la Computación de la Universidad Luterana Salvadoreña. Especialista y consultor internacional en Educación Virtual.

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