Elecciones y democracia
Armando Briñis*
Una vez más en tiempos de campaña electoral lo que más escuchamos es una constante de promesas, dirigidas a sectores específicos y a comunidades repartidas a lo largo y a lo ancho del territorio salvadoreño.A la vez, todas las supuestas futuras medidas que evidentemente surgen al movimiento de las circunstancias y de las encuestas, se alejan del compromiso con un planteamiento integrador y realista, que permita atender los desafíos en forma coherente y consistente.
Conviene recalcar cuantas veces sea necesario, que la principal tarea tiene que partir de una democracia participativa real donde se enfoquen los problemas de las comunidades y de los núcleos mayoritarios y más desprotegidos de la población, no puede quedarse en esos programas que dicen dirigirse a “modernizar y dinamizar” estructuras tanto sociales como productivas y que en realidad conducen a políticas entreguistas, antinacionales y definitivamente neoliberales.
Hay que ir a las causas y a las raíces de los problemas para hallar las claves de sus soluciones efectivas, no es posible el mantenimiento de un sistema dependiente de remesas, inversiones anti productivas y maquilas.Hay que abrirle espacios al progreso nacional en todos los órdenes, de manera que se vuelva factible ir transformando de veras las condiciones de vida de todos los salvadoreños y esto último tampoco puede hacerse con medidas asistencialistas que limiten el desarrollo de las fuerzas productivas en constante cambio y evolución hacia un sistema que debe ser humano, liberador y realmente solidario.
Resulta cada vez más comprensible la resistencia de los sectores económicos dominantes en ver y enfrentar los reclamos de la inmensa mayoría de pobres y oprimidos, como si la realidad nacional se limitará a las compras navideñas y el aguinaldo de fin de año y no en el día a día de los que cuentan sus miserias para poder sobrevivir.
Estamos a las puertas de las elecciones, quedan alrededor de 40 días hasta el 1 de marzo próximo y da la impresión que en tan escaso tiempo lo que no se ha oído durante los muchos meses anteriores ya no se oirá; pero eso no quita la urgencia de continuar demandando que de las ofertas puramente electorales y que con facilidad se convierten en puramente electoreras, se pase a las proyecciones conforme a las necesidades que impone la misma crítica situación del país y la compleja problemática nacional tan necesitada de cambios profundos y estructurales.
Se necesita hacer análisis muy propios sobre lo que en nuestro medio nacional requiere la democracia para funcionar como se debe y como se quiere. La realidad vivida a lo largo del tiempo incide de manera directa sobre el presente, no como una fatalidad sino como un conjunto de lecciones insoslayables.Temas tan apremiantes y urgentes ya no pueden seguir quedando a merced de las ansiedades de ganar imagen o de los intereses que logren imponerse en la coyuntura electoral.
Mientras los partidos políticos sigan viendo en la ciudadanía únicamente a votantes y no a sujetos demandantes de derechos, el ánimo de no tener por quien votar podría ir aumentando.
* Investigador y Catedrático de la ULS