Evaluación del desempeño profesional docente: posible y necesaria
Mauricio Manzano*
La evaluación del desempeño docente es un factor clave para garantizar la calidad de la educación. Sin embargo, se percibe en el ambiente laboral docente cierta resistencia a ser evaluados, pues no existe una cultura de la evaluación, y cuando se realiza, en ocasiones, se han cometido arbitrariedades debido a la ausencia de criterios claros y realizados por personas competentes. No obstante, sin evaluación es imposible conocer las debilidades y fortalezas del desempeño docente, por tanto, no sólo es posible, además es necesaria.
En El Salvador la Ley de la Carrera Docente en el art. 25, mandata que el ejercicio de la carrera docente estará sometido a evaluación permanente. Luego afirma que el fin de la evaluación es conocer meritos, detectar necesidades y recomendar mejoras. El art. 26 determina que los técnicos de Ministerio de Educación son los encargados de realizar la evaluación, así como la aplicación de métodos idóneos. Termina diciendo que la evaluación comprende: la preparación del docente, la aplicación al trabajo y la actitud docente.
En la práctica hay resistencia y temor, y algunos docentes desconfían de los encargados de la evaluación del ejercicio del docente. En algunas instituciones educativas la evaluación del docente se ha convertido en un método insuficiente, exagerado, formalista, y hasta un instrumento para justificar despidos. Cuando la evaluación es una herramienta utilísima para medir el grado de profesionalismo docente, pero para que sea valida, confiable y aceptada sin sospecha por los docentes, debe tener definido lo qué se va evaluar, cómo se va evaluar y el destino de los resultados, al igual que los principios éticos en que se fundamenta.
Hay un principio bastante conocido en la ética Kantiana que reza “siempre tratar a las personas como fines en sí mismos y nunca como medios”. Del mismo modo, la constitución de la república de nuestro país en su artículo primero dice que la persona es el principio y el fin por el cual el Estado se organiza. Tanto la ética Kantiana como nuestro derecho constitucional reconocen la persona humana como fines en si mismos y no como medios.
Por esta razón, los resultados de las evaluaciones del desempeño de los docentes se les deben dar un tratamiento basado en principio éticos, como: maximización del beneficio, igual respeto, confidencialidad, transparencia, compasión, respeto a la autoestima, entre otros. Para romper con la desconfianza es necesario crear una cultura de la evaluación, confiable y confidente.Algunas razones por las cuales es necesaria su existencia.
La evaluación docente favorece la enseñanza, un profesor mejor formado tiene mayor dominio de la materia que enseña, tiene mayores habilidades para relacionar su materia con otras disciplinas. Para detectar estos y otros atributos de los docentes en necesario evaluarlos continuamente.
Se evalúa para mejorar y cambiar. La evaluación es una investigación, lo que se busca son las verdades que ocultan tras el telón de la sala de aprendizaje. Y para cambiar en necesario conocer, sólo se cambia lo que se conoce. Si queremos saber las limitantes de un sistema educativo, la evaluación del desempeño docente es un buen instrumento de revelación. Es necesaria, es posible, es legal, pero hay que hacerla creíble para los docentes y eficaz para realizar los cambios pertinentes para la mejora educativa.
En fin, la evaluación del desempeño docente es imposible cuando se deja ver como una amenaza, como una fiscalización, como una descalificación o una imposición. Es posible cuando se aprecia como un encuentro dialógico, como una ayuda, como un diagnostico. Además, en necesaria porque es un factor base para el cambio y mejoramiento de la educación, por tanto, es necesario investigar para conocer y conociendo se puede comprender las fallas y saberlas tratar.
* Investigador y catedrático de la Universidad Luterana Salvadoreña