Fracaso del Bloqueo y victoria de la revolución cubana

Armando Briñis.

Hay quienes creen que el diferendo bilateral de Cuba con Estados Unidos comenzó con el triunfo de la revolución cubana del 1ro de enero de 1959, cuando en realidad el conflicto es de una larga data que se remonta al Destino Manifiesto y a la Política de la Fruta Madura del entonces presidente James Monroe esbozada en el 1823 y que de manera bien concisa expuso que Cuba por puro determinismo geográfico sería una posesión más de la  naciente Unión Americana. Recordemos que por esos años Cuba era una las pocas colonias que en América aun conservaba el decadente Imperio español.

Este sería un primer momento que fue seguido de manera cronológica por la intervención estadounidense en la ya casi finalizada lucha de independencia de los patriotas cubanos sobre el colonialismo español en 1898, la ocupación militar hasta 1902, año en que se impuso a la fuerza y como apéndice la Enmienda Platt a la 1ra Constitución cubana pos colonial, para pocos años después otra intervención militar en 1906. En la desarticulación de la Revolución de cubana de 1933 de la mano de supuesto pacificador estadounidense Summer Welles y su testaferro el ya general Fulgencio Batista, el mismo que en 1952, con el apoyo del gobierno de Estados Unidos, propinó el golpe final a la Constitución de 1940 y que fuera derrotado por el ejército rebelde comandado por el líder histórico de la revolución cubana, Fidel Castro Ruz.
El pasado 17 de diciembre el mundo ha asistido al acontecimiento histórico más importante del año y del Siglo XXI. Los presidentes de ambos países anunciaron al mundo que Estados Unidos y Cuba iniciaron el camino hacia la normalización de las relaciones diplomáticas; interrumpidas hace más de medio siglo en plena Guerra Fría, por la política estadounidense centrada en destruir a la revolución cubana por la vía combinada de la violencia militar y económica.

Tras discretas negociaciones, que contaron con los buenos oficios del Vaticano (dígase su santidad el Papa Francisco), ambos países intercambiaron prisioneros y acordaron caminar hacia la reanudación de los lazos. Por un lado fueron liberados los restantes tres luchadores antiterroristas cubanos, presos de manera infame e injusta por 16 largos años, por la otra en contratista estadounidense Alan Gross, preso por 5 años por sus servicios bajo el manto de la USAID y por intentar promover la remoción de la revolución cubana. También fue dejado en libertad un espía de origen cubano reclutado por la CIA, sin que hasta el momento se conozca su identidad.

En su discurso al pueblo estadounidense, Obama dijo que habló telefónicamente con Raúl Castro y ambos convinieron en designar embajadores y darle otro marco a las relaciones políticas entre ambos países. El mandatario estadounidense dijo que se asistía  al mayor cambio en la diplomacia norteamericana hacia Cuba en 50 años: «Pondremos punto final a un abordaje obsoleto…el bloqueo fue estéril «, apuntó Obama.
O sea, el presidente de la potencia económica y militar que jamás haya existido sobre la faz de la tierra, reconoce que han fracasado en una política que mantuvieron por más de 50 años contra un país pequeño y sin grandes recursos económicos, aunque sí con un pueblo patriota y un liderazgo histórico que hoy una vez más crece ante los ojos de los pueblos del mundo.

La victoria miliar en las arenas de Playa Girón en 1961, esperó 53 años para ver consumada la victoria político diplomática y el mundo asiste hoy a un hecho que por su valor trascendental podría ser el verdadero punto final a ese alargado siglo XX que los historiadores dicen que comenzó en 1914, pero que no se ponían de acuerdo para decidir cuando había terminado. Quizás fue ese 17 de diciembre.
Queda pendiente resolver qué ocurrirá con el bloqueo económico impuesto a Cuba hace más de 50 años y que es rechazado por la comunidad internacional. Destacamos que las medidas de normalización de lazos entre ambos países, en cierta medida (no todo, ni la mayoría) dependerán de la aprobación del Congreso de EEUU; algunos de cuyos miembros ya dijeron que se oponen a los planes de Obama respecto a Cuba., aunque el poder presidencial basta para hacerlo trisas o por lo menos minarlo hasta sus cimientos.

Por supuesto la reacción de los congresistas de origen cubano, los que viven y han hecho sus fortunas del negocio de la contrarrevolución, no se ha hecho esperar: “la Casa Blanca ha concedido todo y ha ganado poco», señaló el senador republicano cubano-estadounidense Marco Rubio. «Tengo planeado usar todas las herramientas a nuestra disposición como mayoría, para revertir la mayor cantidad posible de estos cambios», agregó el sujeto. A su vez el presidente de la Comisión de Relaciones Exteriores del Senado, también cubanoamericano, Robert Menéndez (demócrata), dijo que las acciones de Obama «han justificado el comportamiento brutal del gobierno cubano». «Este intercambio asimétrico generará más beligerancia hacia el movimiento opositor cubano, y el aumento de la presión del gobierno dictatorial sobre su pueblo», afirmó el otro sujeto.
Valoraciones del hecho.

Informaciones aparecidas en diferentes medios de prensa internacionales comienzan a plantear que los estadounidenses podrán viajar libremente a Cuba, con lo cual están recuperando un derecho constitucional violado por más de 50 años. Otros medios señalan que estos viajeros podrán hacer uso de sus tarjetas de créditos y débitos en sus transacciones. De por si este cambio es grande, estimaciones de especialistas de ambos países establecen cifras de turistas estadounidenses de entre 500 mil a millón en el primer año, hasta totales que pueden girar entre 3 y 5 millones anuales.

Los ingresos para la economía cubana sería geométricos y favorables en todos los niveles económicos, desatándose la cadena para la economía estadounidense, díganse líneas aéreas, ventas de productos agrícolas (arroz, soja, trigo), productos industriales y productos de todo tipo, incluido conocimiento. No olvidar que seguimos hablando la primera potencia del mundo.
 

 

Políticamente Obama quiere trascender y lo esta haciendo. No pudo con la política migratoria, ni con la política de salud, pero pasará a la historia no solo como el primer presidente afroamericano (electo y reelecto), sino como el que restableció la relaciones diplomáticas con Cuba. ¿Lo hace por altruista? Por supuesto que no, quiere destruir la revolución cubana y su ejemplo para América Latina y el mundo utilizando la vía del carril ideológico, apostando a las nuevas generaciones de cubanos que el cree no comprometidos con el proyecto social socialista. Aquí esta el gran desafío de la revolución cubana, de sus líderes de hoy y de mañana. Esperar que el Imperio que acepto su derrota se quede a esperar prosperidad económica para Cuba sería soñar y despertar de una horrible pesadilla. Lo que viene son las presiones abiertas o solapadas sobre el tema de los llamados derechos humanos, que en la visión estadounidense no es otra cosa que partidos políticos, sindicatos y supuestas organizaciones de la sociedad civil financiados por ellos y con el claro objetivo de “competir” en “lecciones libres” al más puro estilo estadounidense.

No obstante creemos que el mensaje del Presidente cubano ha sido claro para los que no  especulamos: “aprender a convivir con diferencias” significa que Cuba continuará su proyecto social totalmente diferente a  los Estados Unidos. Quien crea que Cuba cederá en cuestiones de principios, no conoce nada de Cuba, ni de  Fidel, ni de Raúl, ni del pueblo que los apoya.

Dicen que una imagen vale más que mil palabras, pues deben haber visto a Raúl Castro vestido con su uniforme militar de General de Ejército. El mensaje es claro: hemos tendido la mano y “conversamos” de cualquier tema en condición de iguales o estamos listos para otros 50 años.

* Dr. en Historia e investigador de la Universidad Luterana Salvadoreña.

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