La deuda con la Educación Inicial en El Salvador aún continúa

David Quintana*
El ser humano, consciente o no de su inevitable y natural imperfección probablemente en algún momento de su existencia pudo haberse hecho preguntas como éstas. ¿Por qué no tengo bonita letra?, ¿Por qué me cuesta socializar con la gente? ¿Por qué leo un texto y me veo en la necesidad de volver a leerlo para comprenderlo? ¿Por qué cuando piden un voluntario me hago el desentendido? ¿Por qué llegué a ésta edad con malos hábitos?¿Por qué me siento inseguro al hablar en público? Seguramente el denominador común de las respuestas a cada una de las preguntas debe llegar a la raíz del problema, y ésta no puede ser otra que la carencia de Educación Inicial, en la forma y el tiempo adecuado, porque de acuerdo a la Ley General de Educación, la educación “comienza desde el instante de la concepción del niño y la niña hasta antes de que cumpla los cuatro años de edad; la cual a su vez propicia el desarrollo del área sensoperceptivo, socioafectivo, de lenguaje y cognitivo, propiciando así el desarrollo integral del niño y niña en su primer etapa de vida”
De esta forma resulta explicable la incalculable cantidad de deficiencias que puede generarse en un ser humano al no haber sido estimulado, con sentido pedagógico, desde el momento de la concepción hasta los cuatro años de vida, los cuales resultan fundamentales para el posterior desarrollo que podrá alcanzar en la vida. Toda la formación que se recibe de manera formal, no formal e informal debe partir de esta base que sólo la proporciona la Educación Inicial. Al respecto la praxis salvadoreña apenas muestra esfuerzos por la Educación Parvularia, la cual cuenta con problemas de cobertura y, sobre todo, de calidad. Entonces la pregunta es: ¿qué se ha hecho con los primeros cuatro años de vida del ser humano?, “sencillamente nada” a pesar que la Educación Inicial aparece, al reformarse la Ley General de Educación en 1990, como el primer Sistema Educativo Salvadoreño. Sin embargo, se tardó más de 20 años en institucionalizarse, es decir en adoptarse como política de Estado.
A 25 años del pronunciamiento de la citada Ley, el MINED como ente rector de la educación en El Salvador, ha comenzado por visibilizar esfuerzos para darle a todo ser humano lo que el art. 53 de la Constitución de la República señala. Es decir, el derecho a recibir educación. Para ello ha propiciado “la legalización del nivel inicial; el desarrollo de los sistemas de registro y legalización de centros educativos; la creación del plan de estudios de profesorado y Licenciatura en Educación Inicial y Parvularia; la formulación del modelo pedagógico de atención y el diseño de los indicadores de seguimiento al desarrollo integral de la primera infancia”
Al analizar cada uno de estos esfuerzos, parece que la deuda continúa, pues todo esto no resulta fácil de llevar a la práctica, dado que haber legalizado la Educación Inicial no significa que toda la población la reciba; quienes se benefician por el momento son los niños que se encuentran en los Centros de Desarrollo Infantil mediante la vía familiar comunitaria. A su vez, la creación del Plan de Estudio para formar profesionales en Educación Inicial no ha dado frutos; los requisitos que exige el mencionado Plan no se encuentran en concordancia con la realidad salvadoreña, haciendo que los esfuerzos de las Instituciones de Educación Superior terminen por extinguirse, junto con las ilusiones de muchos niños y niñas de tener una mejor educación.
Como consecuencia inmediata de estos desajustes y contradicciones del ente rector de la educación, ha sido el cierre a nivel nacional de la carrera de Licenciatura en Ciencias de la Educación, Especialidad en Educación Parvularia, a partir del año 2012, sustituyéndola por la Carrera de Profesorado y Licenciatura en Educación Inicial y Parvularia, la cual demanda un tipo de estudiante “casi inexistente” en el país, es decir que cumpla requisitos tales como: obtener en PAES nota superior o igual al promedio nacional, notas arriba de 7.0 en el bachillerato, que además estudie los turnos matutino y vespertino, entre otros.
Por otra parte, los pocos datos, que se tienen sobre la cobertura de Educación Inicial en el país indican que de aproximadamente 433, 500 niños y niñas, solo el 1.8% participa en programas comunitarios, dado que el resto de infantes únicamente son cuidados por sus padres y/o parientes o, en el peor de los casos, dejados en guarderías carentes en su mayoría de profesionales capacitados para el trabajo psicopedagógico de los niños y niñas; esto es el reflejo del abandono que ha tenido la niñez en toda su historia.
El énfasis del MINED con la Educación Inicial, se ha producido como el resultado de una presión de organismos Internacionales como la UNICEF, Plan Internacional, Save The Children y muchas más, las cuales aportaron importantes insumos para la consolidación del nuevo Currículo de Educación Inicial y Parvularia, el cual parte de la creación de la Política de atención y Desarrollo Integral a la Primera Infancia. Profundamente enmarcada en un enfoque de “derechos escritos en el papel” pero violentados en la práctica de cientos de miles de niños y niñas, que aún no pueden recibir Educación Inicial ni por la Vía Institucional, ni por la vía Familiar Comunitaria, debido a la precariedad de recursos con que se cuenta para atender a esta delicada población, la escasa capacitación a los agentes educativos que se encuentran orientando en este proceso y del rumbo incierto que se le percibe a la Educación Inicial en el país.
Conclusión
En la medida que la educación salvadoreña continúe con “proyectos piloto” que no dejan huella sistematizable y se siga con esfuerzos desarticulados y totalmente aislados de la compleja realidad salvadoreña, se seguirán probando recetas paliativas que como el viento pasarán llevándose todo a su paso sin marcha atrás.
La deuda con la niñez salvadoreña aún continúa; todavía no se tienen los profesionales, los recursos, la infraestructura y la visión clara y definida de un Proyecto medianamente alcanzable. El trabajo apenas ha comenzado, se necesitaron más de 20 años para hacer esfuerzos por cumplir lo que manda la Constitución de la República, la Ley General de Educación, La LEPINA, la UNICEP, y sobre todo la niñez salvadoreña. Ahora es momento de planificar para actuar y no de actuar para planificar como regularmente se ha hecho en el devenir histórico de la educación nacional.
Referencias
• Constitución de la República de El Salvador. Sección Tercera. Cap. 53. Pág. 26
• Ley General de Educación, Diario Oficial No.: 242 Tomo No.: 333 Fecha Emisión: 12/12/1996 Fecha Publicación: 21/12/1996 Fecha de Última Modificación 18/09/2014
• MINED. Fundamentos Curriculares de la Primera Infancia. 2003. El Salvador.
*Docente Departamento de Educación ULS