Nayib Bukele y los desmovilizados

Rubén Fúnez*
Respecto a las desmovilizados que se encuentran desde hace varios meses ocupando la plaza de El Salvador del Mundo, el alcalde electo por San Salvador, Nayib Bukele dijo, en entrevista realizada en una de las televisoras nacionales tres cosas: a) que hay una deuda histórica con los excombatientes; b) que entendía sus peticiones y c) que iba a dialogar con ellos, porque no quería que el día en que tomara posesión de la alcaldía metropolitana, hubiera desorden en las calles.
Evidentemente, al menos por lo dicho por el mencionado señor, hay de parte suya, una clara voluntad, al menos de comenzar a resolver este problema que se ha alargado, no sabemos si por falta de claridad de cómo hacerlo, o por indiferencia por parte de aquellos que tienen el poder para resolverlo. Esta voluntad es ineludible, dado que tenemos la impresión que muchos de los problemas que aquejan a la sociedad padecen de esta secular falta de voluntad para resolverlos. El señor Bukele en cambio, ha dicho públicamente que va a dialogar con los desmovilizados.
De esta manera tenemos planteada al menos dos series de dificultades, la primera tiene que ver con la índole de la protesta de los desmovilizados y la segunda tiene que ver más con aquello a lo que nos lanza dicha protesta, como puede verse se trata de dos cuestiones que están íntimamente vinculadas.
A Dagoberto Gutiérrez le encanta decir que es necesario, al momento de pretender analizar un suceso, distinguir al menos dos cosas. En primer lugar hay que distinguir el show, el espectáculo y en segundo lugar hay que captar el juego. ¿Qué es lo que está en juego en dicho show? Como sabemos, se trata de la distinción muy kantiana entre lo que se manifiesta, el fenómeno, y lo manifestado, el noumeno. Sólo que Kant decía en seguida que de lo que tenemos conocimiento es del fenómeno.
Pero volviendo al asunto que aquí nos ocupa, es evidente que en la protesta de los desmovilizados se manifiestan algunos rasgos que pueden perfectamente exponerse, y algo que ya no es tan evidente: la protesta ¿manifestación de qué es? El dialogo de Nayib tendría que abordar ambas cuestiones.
Dice el alcalde electo, que hay una deuda histórica con los desmovilizados. Pero por lo que sabemos, se le adeuda a quien se ha ofendido. Por lo tanto, hay que descubrir en qué consiste la ofensa hecha a estos ciudadanos. Hay que decir que hubo al menos dos etapas: en un primer momento, por el lado de los farabundistas, se trataba de los camaradas con los cuales se iba a construir el socialismo, y por el lado del ejército, del soldado patriota que salvaría a la patria del peligro comunista. Eran los compañeros con los que se luchaba palmo a palmo. En un segundo momento, después de los acuerdos de paz, estos compañeros son “excluidos” ya no importan para el modelo de sociedad que se está pensando construir. Como ocurrió con los países periféricos, y para usar la misma terminología, en tiempo de guerra al combatiente se le explotó, pasado el conflicto al excombatiente se le excluyó. La gran ofensa hecha al excombatiente es la exclusión.
¿Qué es lo que está en juego en esta problemática? Pareciera que evidencia los resultados de la sociedad que se comenzó a construir con los Acuerdos de Paz. Parece que los negociadores de la paz tenían muy claro cuál era el tipo de sociedad que querían para El Salvador. Dados los resultados que tenemos es relativamente fácil constatar que se buscaba una sociedad en la que fuera el mercado el que regulara la relaciones entre los individuos, y que por lo tanto se mantuvieran en el poder a los que siempre lo habían detentado; con la diferencia que a partir de entonces, lo que sí iba a cambiar era de color: algunas veces tricolor y algunas otras, rojo.
¿Cuál ha sido el resultado? Pareciera, dicho a grosso modo, que dos cosas. En primer lugar, los ricos de siempre se han seguido haciendo ricos, mientras que los nuevos ricos quieren hacerse del poder, no simplemente para ser reconocidos sino para tener la oportunidad de “competir” en igualdad de condiciones. En segundo lugar, precisamente por tener la sociedad que se quería, tenemos el resultado que tenemos: exclusión de jóvenes, de viejos, de combatientes, exclusión, para decirlo en una palabra de la sociedad civil. Por eso, si Nayib quiere dialogar con los desmovilizados y no se limita simplemente a evitar el posible desorden que le pueden hacer en su toma de posesión, va a darse cuenta que esta ciudad hay que reinventarla de nuevo, no se puede excluir aquellos a los que hay que gobernar.
*Investigador y docente de la Universidad Luterana Salvadoreña